Pablo de Grecia, padre de la Reina Sofía, Rey a los 12 años, derrocamientos, exilios

La Reina Sofía ha despedido a su hermano, Constantino de Grecia, en el cementerio de Tatoi, donde también descansan su madre, la Reina Federica, y su padre, el Rey Pablo de Grecia, entre otros royal de la familia real griega.

La emérita tenía una relación sumamente entrañable con su padre quien también tiene una muy curiosa historia. Nacido en 1901, Pablo I fue el tercero de los hijos de Constantino I de Grecia y de la Princesa Sofía de Prusia. El joven se convirtió en Rey cuando apenas tenía 12 años, luego de que asesinaran a su abuelo y su padre abdicara durante 1917. En consecuencia, debieron recurrir al exilio a Suiza.

Constantino I, efectivamente, volvería a Grecia. Sin embargo, debió volver a abdicar en 1922 y dejarle el trono a su hijo, Jorge II. Pablo de Grecia residió en Inglaterra y en Florencia trabajando como ingeniero de motores de coches y aviones.

En joven finalmente volvió a Grecia cuando se dio la nueva caída de la monarquía, pero su hermano volvería al trono en 1935, lo que lo dejaría a el padre de la Reina Sofía como el siguiente heredero al trono debido a que su hermano no tenía hijos.

Finalmente, se terminaron los acuerdos para casarlo con alguien de la realeza, la primera elegida fue su prima, más el eligió a la Princesa alemana Federica de Hannover. Luego de casarse, en 1938, tuvieron a sus tres hijos: Constantino, Irene y Sofía.

Irene nació en Sudáfrica, a causa de la II guerra mundial que los obligo a exiliar nuevamente, Luego de que falleciera su hermano, el Rey Jorge, Pablo I finalmente ascendió al trono, uno amenazado por el eje y el comunismo. Aun así, sus 16 años en el cargo fueron sumamente estables y prósperos.

Brillante pianista, escritor de filosofía y apasionado de la música, así era el padre de la Reina Sofía, que siempre se refugió en su familia. En los momentos más oscuros, ellos eran su prioridad. Doña Sofía tenía el habito de reencontrarse con su padre y hermanos cada tarde junto a la chimenea de su hogar en Tatoi y pasar un momento de aventuras escuchando las leyendas mitológicas griegas que le contaba su padre bajo una suave cortina de música clásica.

Los hermosos recuerdos de la madre del Rey Felipe vivirán para siempre con ella, incluso los no tan agradables, como la última época de su vida en donde debido a un cáncer de estómago se lo llevo en 1964 mientras lo acompañaba su esposa y la cálida melodía de Bach.